Que al deshojarse la armadura
El creciente palpitar
Te arrope en su marejada
Y revelando la carne enrojecida
Los trozos otoñados
Retumben como un final
Una nueva piel secretarás
Que será más apropiada
Y frente a lo caído dirás:
Esta es nuestra hez,
esta es la hez de la herencia
Que ya me alegro de saludar